Un any més s’acosta l’11 de setembre i sembla que després d’anys de grans
manifestacions, quan s’està més a prop que mai de votar el futur de Catalunya
en tant que estat propi o només regió al si d’Espanya, comencen a registrar-se
defeccions i gent que es fa enrere. No arribat encara el dia, proposem un
article que excedeix la llargada habitual dels continguts en Diblogacions, però
que es justificaria per ser un encàrrec.
Dit article va ser originalment encomanat en castellà perquè per molt que
un crega dominar una llengua, ho fa per a la traducció a la seua materna i no
per a la producció activa en altres. A més, cal tenir en compte que dit article
era encàrrec de gent que treballava per a la publicació francesa Presseurop
(hui Voxeurop.eu) que arreplega textos de caire polític de diaris o
publicacions de tota Europa, i treballa en nou llengües com ara el portuguès,
l’alemany, holandès, txec, italià, francès, polonès i castellà, a més del
romanès. Com que jo no sóc periodista habitual sinó professor no es va agafar
el text directament de mi sinó d’una publicació romanesa “Dilema Veche”, també
d’orientació político-cultural, i d’ahi fins i tot a Foreign Policy. Això
explica el que al present text original en castellà, adjuntem un parell de
connexions als originals siga en romanès de “Dilema Veche” que de l’al·ludida
publicació francesa Presseurop / Voxeurop.
L’idea que rau al fons de dit article és doncs, explicar als estrangers el
perquè de Catalunya com a regió, llengua i cultura, i els motius per els quals
es sent insatisfeta al si de l’estat espanyol. Com sempre, esperem que vos
agrade i agraïm els comentaris.
Cataluña explicada a extranjeros.
Hoy mismo tiene lugar en Cataluña una cadena humana por la
independencia. El concepto no es nuevo, ya fue utilizado previamente por los
actuales estados bálticos independientes de Estonia, Lituania y Letonia allá
por 1989, en los estertores finales antes del desmoronamiento de la U.R .S.S. Se trataba pues, de
visualizar un anhelo de libertad y reafirmación de la cultura propia, que
muchos habitantes de los citados estados consideraban que no se podían obtener
de una U.R.S.S de tintes absolutistas, rusófila y rusofonizante.
Por supuesto que se podría
argumentar que el actual estado español democrático dista mucho de ser análogo
al ruso-soviético y es percibido mayoritariamente en el extranjero, como un
país moderno y dinámico, con buenas infraestructuras y una buena calidad de
vida en general. El problema es que esa misma calidad de vida está seriamente
amenazada ahora mismo por una crisis económica sin precedentes, y así España
puede presentar a Cataluña como una insolidaria región rica que quiere
abandonar a sus vecinos históricos en un momento difícil para la patria. Para
gran parte de los españoles de a pie y la prensa o medios de comunicación y
políticos afectos a la idea de una nación unida, se trataría de continuar
unidos como siempre hasta superar todos juntos la actual coyuntura negativa a
nivel económico. Sumar esfuerzos y no disgregar estos. Mañana los medios
discutirán ampliamente sobre el éxito y fracaso de esta iniciativa, unos la
demonizarán y otros la ensalzarán. Para esto existe un nombre en español, la
“guerra de las cifras”. Dicha guerra de cifras empezará mañana y hasta hoy
mismo en la tarde-noche. A mí no me gustaría entrar en ella sino explicar
brevemente cómo se ha podido llegar a ella, la génesis de dichas divergencias.
En España hoy en día se presenta
a todo aquel no afín a la preponderancia de la lengua castellana y la
capitalidad en Madrid, como un nacionalista, se habla así de nacionalistas
vascos o catalanes, de gallegos nacionalistas, etc. Se parte de la idea que
España es una antigua nación de habla castellana en su conjunto pese a que en
otras regiones se hablan también otras lenguas y valga la redundancia, llamadas
regionales. Pese a ello, la realidad es otra, y poca gente sabe que
aproximadamente un cuarto de los ciudadanos españoles, no tiene el castellano
como lengua materna. Este dato de uno sobre cuatro que uno puede encontrar en la
calle puede parecer mucho pero cabe todavía sumarle el hecho de la
concentración regional; si uno va a las regiones donde se hablan las llamadas
lenguas “regionales”, se encontrará que la proporción sube y mucho, pues la
lengua habitual de comunicación diaria en ellas es la propia de cada región, y
no el castellano. El castellano serviría pues como una especia de lingua franca panhispánica. Vistas las
cosas, la realidad es que la configuración cultural del estado español guarda
más puntos de concordancia con países multilingües como Suiza o Canadá que con
países monolingües como Alemania, el Reino Unido o Francia. Por poner un
ejemplo, una persona en Vancouver no cuestiona que un quebequés quiera
expresarse en francés ni le tachara de insolidario o separatista por ello, ni
criticará su acento. En Suiza, un francófono o hablante de alemán, por hablar
de las dos lenguas mayoritarias en el país helvético, no cuestiona que la gente
se exprese en italiano en el Cantón del Ticino, o en romanche, en las zonas
donde esta lengua autóctona es todavía hablada. Sin embargo, en España, las
cosas distan mucho de ser así, y la persona castellanohablante que se desplaza
a Barcelona, Valencia o Alicante por citar ejemplos de grandes ciudades donde
se habla catalán, muestra con frecuencia su enfado por encontrar señales de
tráfico o anuncios por megafonía en estaciones o aeropuertos, en una lengua
distinta al castellano, y dice que por qué no hablan cristiano
o la lengua de todos como mínimo.
Ello nos lleva a analizar que mal
que bien y pese que a algunos les moleste, la realidad lingüística española
dista mucho de ser unitaria. Opinan los partidarios de la preponderancia
lingüística del castellano, que ésta es una lengua de alcance mundial mientras
que el resto de lenguas son minoritarias, regionales únicamente. Con el mismo
argumento se podría entonces que los coreanos o mongoles, por citar ejemplos de
vecinos de la potente China, deberían estar contentos de abandonar sus lenguas
y hablar la lengua de esta última. Más ejemplos en Europa, debería pues un
danés u holandés abandonar su lengua porque esta es minoritaria con respecto al
alemán o los previamente citados estados bálticos agradecer la común (o
impuesta) lengua rusa. Veamos pues como se llegó a la actual situación de preponderancia
lingüística del castellano con respecto de sus convecinos nacionales gallego,
catalán o vasco.
Analizado desde un punto de vista
espacial, con la excepción del vasco, lengua no latina y localizada en una
pequeña porción de territorio en el norte de la península junto a la frontera
francesa, vemos como podemos dividir los dominios lingüísticos del resto de
lenguas en franjas verticales de izquierda a derecha. En la vertiente atlántica
se habla el gallego y su hermana extensión al sur que es el portugués. En el
centro de norte a sur también, se habla el castellano, mientras que en la
fachada mediterránea, se habla catalán. Todas estas lenguas son producto de la
desagregación del latín. Con la caída del Imperio Romano, cada región y no sólo
en la Península Ibérica ,
comenzó a hablar un dialecto propio que con el tiempo devendría una lengua.
Así, vemos que en Nápoles la gente nunca habló francés o que en París nunca se
habló rumano, se hablaron lenguas con ciertas resemblanzas debido a su común
origen latino, pero cada territorio desarrolló su lengua. Esto se aplica
también a la Península Ibérica ,
donde en Santiago de Compostela nunca nadie habló vasco, ni en Salamanca
catalán. Por ello mismo, y pese a lo que los partidarios del castellano
propugnan, en Cataluña nunca se habló castellano (como tampoco se habló
francés, rumano o italiano…).
Se han producido importantes
malentendidos por cuestión de la denominación. En el extranjero se da por
español, lo que en España mismo se entiende por castellano, es decir la lengua
de las regiones centrales de norte a sur. El problema viene de la antigua
Hispania romana, evolucionada a España. En Hispania se hablaba latín, pero con
la caída del Imperio Romano y la invasión musulmana, esta lengua dejó de ser
hablada y a caballo de los Pirineos, en actual territorio tanto francés como
español, es decir en el Rosellón francés y en la actual Cataluña, se habló
catalán. Esta misma lengua fue llevada en expansión hacia el sur durante la
llamada Reconquista al sur, a Valencia y Baleares. Así las cosas, la actual
lengua catalana, tiene orígenes milenarios y no es la invención de ningún
nacionalista separatista como parte de los medios quieren hacer creer, y la
hablan entre once y trece millones de personas desde Perpiñán en Francia hasta
Alicante e incluso Alguer en Italia, en una extensión de territorio unido de
unos 900 kilómetros de extensión. Vemos pues que el catalán es una lengua
propia con una extensión territorial o de hablantes superior a la del checo,
húngaro o griego, y nadie cuestiona que un checo pueda expresarse en su lengua
en Praga o que la rotulación de carteles en Budapest sea en la lengua magiar.
En España, los hablantes de castellano dicen con frecuencia al desplazarse a
territorio catalanohablante que los catalanes son unos radicales, unos
fanáticos, unos nacionalistas, por
querer expresarse en su lengua en su territorio. El señor que quiere hablar
castellano en Madrid o Toledo, en cambio, no será nunca tildado de nacionalista
ni radical por hablar su lengua en su territorio.
Con el advenimiento de la actual
dinastía reinante, los Borbón, a la muerte del último rey de la dinastía de los
Austrias sin descendencia, se importó el sistema centralista monolingüe
francés, se prohibió la publicación de libros en catalán y se impuso el
castellano como única lengua administrativa. Esta prohibición de la utilización
de la lengua catalana a efectos prácticos, data de 1714 con los llamados
“Decretos de Nueva Planta”, se podría decir que duró hasta mediados de los años
ochenta del pasado siglo veinte, pues ningún gobierno derogó estas leyes de
manera efectiva. Franco se mostró abiertamente hostil a la lengua catalana y
persiguió duramente cualquier manifestación de la misma. La lengua catalana
estuvo pues excluida del sistema educativo o cultural durante unos tres siglos,
pese a ello, sigue siendo hablada por más de diez millones de personas que la
consideran suya. A diferencia de lo que se cree en otras regiones
castellanohablantes, en Cataluña no se odia el castellano sino que se la
considera un elemento más en su política de multilingüísmo activo, pues no es
raro que muchos catalanes, aparte de bilingües en castellano, sean también
francófonos o dominen el italiano, mientras que los castellanohablantes suelen
ser únicamente monolingües. Desde que a
la muerte de Franco, se abrió el país al multipartidismo, nunca en Cataluña ha
ganado las elecciones un partido que no fuera estrictamente catalanista en sus
postulados, es decir, nacionalista visto desde Madrid. Con todo ello queremos
decir que pese a los siglos de interdicción formal de la lengua catalana, la
gente se ha atenido a la misma como un importante factor de cohesión
identitaria.
Ahora mismo, el actual gobierno
conservador, introduce trabas para el aprendizaje del catalán, apostando por la
lengua común de todos los españoles, el castellano, pues ve que a mayor
conocimiento de la misma, mayor identidad nacional catalana. Por ello llevó al
Tribunal Supremo nacional el llamado “Estatut d’autonomia”, un conjunto de leyes
propias con aspiraciones de estado nacional, creando un gran descontento que
llevó a la calle hace un año a más de millón y medio de personas en abierta
rebeldía contra el estado central y a favor de la independencia de Cataluña.
Guerra de cifras, hubo quien dijo que fueron muchos menos, pero lo cierto es
que fueron las manifestaciones más masivas que se recuerdan desde el fin de la
dictadura. Por todo ello, y por los ataques que se han seguido perpetrando (o
así han sido interpretados) contra la identidad catalana, la gente ha decidido
emular la cadena humana báltica.
Y todos estos son argumentos
mayormente históricos, pero hay otros y no menores, y son los económicos.
Cataluña es por demografía la segunda región española detrás de Andalucía, pero
es al mismo tiempo la más rica, tras el pequeño en extensión y población País
Vasco, y a la par con la
Comunidad de Madrid, donde se asienta la capital estatal.
Cataluña se siente autorizada a proclamar su alteridad cultural y afrontar su
propio futuro económico, es decir la independencia con respecto de España, y el
estado español difícilmente puede aceptar dicho desafío, por el potencial
económico y demográfico catalán. Un último argumento, Cataluña comparte lengua
e identidad con otras grandes regiones económicas como la Comunidad Valenciana
o las Islas Baleares. Si estas regiones decidieran unirse a Cataluña en su
proceso emancipador, España perdería la segunda y tercera ciudad del país,
Barcelona y Valencia, así como importantes centros turísticos como Palma de
Mallorca o Alicante. Por ello, el choque de trenes está servido y la guerra de
cifras se anuncia inminente, yo por mi parte, espero haber clarificado en parte
a gente no habituada con los entresijos del estado español, las fricciones
internas del mismo, atendiendo a viejas razones históricas por una parte, y
modernas, de tipo económico, por otra.
http://dilemaveche.ro/sectiune/portile-occidentului/articol/razboiul-cifric-spaniol
1 comentari:
BONISIMA l'aclaració! m'agradt molt vaig a compartir-lo amb gent (sense discutir) Gra7s
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